A 23 años de la transición

5 mayo, 2023 | publicado por:Óscar Tamez Rodríguez

El año 2000 fue el de la transición partidista en la presidencia de México, muchos le llamaron democrática por el sólo hecho de sacar al PRI de los Pinos.

Había una amalgama de poderes interesados en sacar al partido hegemónico de la presidencia, se dijo tiempo después que fue una exigencia internacional para legitimar al país como uno democrático. Así se unieron medios, empresarios, círculos académicos y liderazgos de opinión para manifestar el repudio al partido en gobierno.

El entonces presidente Ernesto Zedillo declaró que se cortó el dedo y por ello no impondría candidato presidencial del tricolor, por la libre surgió el polémico y mal corredor de maratones, Roberto Madrazo Pintado.

Fue falso aquello, como falsa parece la selección en la candidatura presidencial de Morena para el 2024. Entonces Francisco Labastida Ochoa fue el ungido desde los Pinos e impulsado por su partido. Décadas después de su derrota, Labastida declara en un medio radiofónico que fue traicionado por Zedillo quien lo entregó sin que la derrota estuviera consumada.

Zedillo no fue el gran demócrata, ni José Woldemberg el gran titular del entonces IFE, todo fue parte de un acuerdo donde quizá el único engañado fue el candidato tricolor.

La noche de la elección en julio del 2000, sin haber pasado las 20:00 horas, las casillas aún contaban votos pues la documentación por llenar era innovadora y había expectativas; en ese contexto de no saber quién había ganado, Zedillo declara triunfador al candidato del PAN, Vicente Fox y con ello, el conteo de votos fue innecesario.

En esa elección se estrenaba el Trife como autoridad quien declaraba el triunfo en las elecciones, el presidente se pasó por el arco del triunfo la normatividad. Sin embargo, los acontecimientos permitieron que el IFE “ciudadanizado” por Zedillo, se legitimara como organismo público, autónomo, ciudadano y legal.

Muchos seguidores de Labastida se fueron desconcertados y abandonan casillas, bunker y toda la jornada electoral; los panistas y en general grandes sectores del país se volcaron en algarabía por el triunfo en las urnas que no provocó caos.

En esa misma elección perdía Cuauhtémoc Cárdenas y ganaba Andrés Manuel López la jefatura del extinto Distrito Federal. Iniciaban tiempos de cambio en la vida democrática del país.

La transición llamada democrática fue tersa, esa es la verdadera e histórica cuarta transformación del país. Luego de la revolución mexicana, es el primer gran cambio en las instituciones políticas de la nación y se da sin violencia, sin sobresaltos.

La principal evidencia de que fue una transición más sutil que una lucha libre AAA, es que no hubo las llamadas reformas constitucionales político-electoral. Como estaba la ley se legitimaron las instituciones y la democracia en México. Fox se paseaba por el mundo con sus botas de charol impartiendo conferencias sobre su cualidad de gran demócrata.

El iniciado en el 2000 fue el primer sexenio de la transformación en la vida democrática y de las instituciones de gobierno. Lo fue, no porque la democracia hubiera sentado sus reales; no, es porque el presidente fue un Patiño parlanchín quien en su primera aparición en medios lo hace imitando la voz de “Ponchín” un personaje radiofónico, como esas muchas foxeadas más (el término se acuñó).

A pesar de su manejo presidencial, de Marthita con sus embrujos y de la corrupción; Fox mantuvo alta popularidad, a tal que Felipe Calderón imponiéndose como candidato del PAN, triunfa con apoyo del presidente y el Consejo Coordinador Empresarial.

Imagen cortesía de: elsoldemexico.com.mx

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