El gobierno del presidente López Obrador entregó el Plan Nacional de Desarrollo (PND) tal cual lo mandata la legislación. Incluye la visión del Estado mexicano que propone.
Se abre el debate sobre la fragilidad o firmeza del Estado, pues ¿es éste quien define los rumbos de la nación y sus instituciones públicas o son los gobernantes quienes adecuan la legislación para que las leyes se adapten a su interés personal?
Esta disertación filosófico-política la sostengo desde las celebraciones del primer centenario de la Constitución, al revisar las reformas, encontramos que cada mandatario propone modificaciones en el texto constitucional a la medida de sus intereses.
Así, en los 80 del Siglo XX, el rumbo del país transitó de ser un Estado con visión social a uno economicista. El desarrollo social quedó subordinado a la economía, esto conlleva un cambio total en la sociedad, el poder económico rigió la vida pública e institucional, pero también la privada.
A este enfoque se le denominó neoliberal, sistema el cual pretende una menor intervención del gobierno en la economía y mayor apertura a la globalización comercial, justificada en la libre competencia.
El neoliberalismo responde a un Estado regulador más que benefactor. Su presencia en México impulsó la privatización de las empresas públicas, desde Telmex hasta Pemex; contrario a lo ofrecido, desincentivó la producción y se fortalecieron los sectores de servicios, también nos lega a uno de los hombres más ricos del mundo, donde al día de hoy, los mexicanos pagamos uno de los costos más elevados por el servicio de telefonía y conectividad.
El presidente López Obrador plantea un giro de 180 grados en la visión del Estado, ofrece la extinción al modelo neoliberal en México, iniciado, como señala el PND 2021-2024, en el gobierno de Miguel de la Madrid y profundizado con Salinas, «pero ese largo y oscuro periodo terminó».
Define el lopezobradorismo a su sexenio como el de la cuarta transformación (4T) y conceptualiza a este vuelco en la vida pública como la etapa para «edificar lo que sigue tras la bancarrota neoliberal…».
El PND es valioso porque además de ser el eje rector de las políticas públicas federales, orienta sobre el rumbo que pretende el gobernante para el Estado mexicano, entendiendo que éste es un ente etéreo y amorfo el cual se moldea con las manos de cada presidente, sea esto para bien o para mal.
Queda para el discurso, aquello de que el Estado define su forma de gobierno y las instituciones políticas, sociales y democráticas, pues en 100 años de constitucionalismo, la Carta Magna lleva 706 modificaciones al texto de sus 136 artículos, más 14 reformas en el articulado transitorio.
Se infiere del texto en el PND que hay un regreso al enfoque social por sobre el económico en los destinos del país. Además de un sentido nacionalista en las relaciones institucionales. Para AMLO, el Estado vuelve a ser protector de la población, poniendo énfasis en los más vulnerables.
El Estado de la 4T será ajeno a la corrupción, austero, republicano, es decir, basado en leyes y no en los metapoderes del presidente, federado, democrático y algo que se deduce es que antepondrá la política a los tecnicismos perniciosos del periodo neoliberal. En una palabra, más política y menos tecnocracia.
En palabras del PND, los tecnócratas tuvieron su oportunidad y fallaron, la pobreza creció y la brecha entre riqueza y pobreza se acrecentó.
Mientras los gobiernos tecnócratas redujeron el gobierno a ser administradores de la cosa pública al servicio de los grandes corporativos, la propuesta de la 4T es que el Estado sea garante de la soberanía, un árbitro entre conflictos y articulador de los propósitos nacionales; en síntesis, un Estado fuerte que sirva de director de orquesta donde todos participan en la pauta.
Para el actual mandatario su misión es terminar con la plutocracia a la mexicana instalada desde los 80 en el poder público, «separar el poder político del poder económico».
¿Llega a su fin el modelo neoliberal que empobreció a los mexicanos? ¿Podrá AMLO hacerlo? ¿Las leyes y las fuerzas de poder lo permitirán?, o simplemente viviremos un gatopardismo.
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