*El presente artículo fue publicado con el texto íntegro el 28 de diciembre de 2021. Lo publico en esta fecha porque cobra relevancia.
Nuevo León y, sobre todo su área metropolitana, enfrentan la peor crisis por el abasto de agua potable a los habitantes, décadas atrás no se vivía una sequía como la actual en donde, incluso el período más frío del año supera los 30 grados centígrados de temperatura ambiente.
El agua para los hogares siempre sido un factor de riesgo, la carencia del líquido contrasta con las principales empresas de la comunidad quienes son embotelladoras de bebidas que obtienen agua suficiente para su producción.
Leemos que las presas están agotadas o muy bajas, El Cuchillo es la única que conserva alrededor de la mitad en su capacidad de embalse, Cerro Prieto y La Boca están muy abajo, la primera con apenas un 10% de su capacidad y la segunda con un 40% a lo sumo.
La escasez de agua en el área metropolitana de Monterrey es multifactorial, la solución debe ser integral e implica atención por parte de todos, ciudadanos, empresas y autoridad.
Los ciudadanos debemos aprender a utilizar racionalizando el vital líquido, dejar de verlo como un servicio al cual se paga y por tanto, en la medida que pueda pagar, es el consumo.
El agua no es un bien al que se le pueda adjudicar un valor de mercado, su valía deriva de la necesidad para la supervivencia humana, animal y vegetal.
Junto al cuidado en su consumo, es urgente reactivar áreas de absorción en las casas, retirar concreto de los patios, por pequeños que sean, se debe tener un espacio donde se absorba el agua de lluvia, agua que contribuye a los árboles sembrados.
Monterrey tiene déficit de árboles, la presencia de ellos además de contribuir a mitigar la contaminación y el calor ambiental es factor que acerca las lluvias.
En los ciudadanos hay una gran responsabilidad, cuidar el agua, favorecer su absorción y sembrar árboles. Por su parte la autoridad tiene el compromiso social y colectivo.
Entre las responsabilidades de la autoridad está el mantenimiento y embalse en las presas. Cada lluvia que termina, el vaso de las presas se ve mermado por la tierra y basura que arrastran los arroyos y ríos en su paso previo hacia ellas.
No recuerdo alguna ocasión en que se haya dragado o ayudado a desazolvar alguna presa en Nuevo León, si queremos mayor retención de agua en tiempos de lluvia, debemos tener vasos capaces de recibir el vital líquido.
Otra responsabilidad de la autoridad es el mantenimiento de las redes de distribución. Hay zonas donde la tubería está podrida y se pierde un amplio porcentaje del líquido antes de llegar a los hogares. La autoridad cobra por esta función, que la realice.
Un tema aún más escabroso es el de regular el crecimiento de la mancha urbana, la metrópoli regia alcanza más de 35 kilómetros por lado, a esto se debe sumar el crecimiento vertical acelerado en la urbe.
Es momento de replantear el crecimiento en la ciudad, detener la depredación de zonas boscosas, establecer mecanismos para fomentar el reciclado y reutilización de aguas grises en el hogar.
La lección que nos da la naturaleza con un año seco en extremo como el que termina, debería obligarnos a poner las barbas a remojar.
Es urgente la participación de ciudadanos, autoridades y empresarios; mientras busquemos resolver el problema del agua de la misma forma de siempre, obtendremos los resultados de siempre.
Monterrey VI o la presa Libertad son paliativos, el problema demanda soluciones de fondo, entre ellas, buscar el equilibrio entre consumo y abastecimiento. Pensemos en soluciones innovadoras para obtener resultados diferentes.
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