Cartero, cartero…

12 noviembre, 2017 | publicado por:Óscar Tamez Rodríguez

El 12 de noviembre se celebra el día del servidor postal, del cartero como conocemos a quien entrega la correspondencia en el domicilio. Un oficio como otros tantos en proceso de extinción por causa de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC´s) que se quedaron con el terreno antes ocupado por los carteros.

Cantinflas representó a un cartero como homenaje a este servidor público.

El cartero, un personaje conocido en los barrios y colonias a quien se le veía con respeto y admiración, tal es el caso que mereció hace más de cuarenta años que el inolvidable Cantinflas les dedicara una película.

La celebración de este oficio data de 1931 cuando por primera vez se les rindió homenaje, en ese entonces era presidente de la República Pascual Ortiz Rubio.

Sobre la historia de esta valiosa actividad podemos encontrar rastros desde las épocas prehispánicas en nuestro país.

En mi infancia era obligado llevar un artículo del hogar, en dos fechas significativas, el 19 de febrero y el 12 de noviembre. La primera conmemorando al soldado y la segunda al cartero. Así en las asambleas cívicas de las escuelas convocábamos al servidor postal y lo enviábamos lleno de jabones, sopas, bolsas de frijol y algunos otros productos.

La escuela le hacía un reconocimiento y el servidor público se iba satisfecho -bueno, eso creo-. Teníamos nuestros héroes de la historia presente.

Allá por el tercero o cuarto grado de primaria, aprendíamos a escribir cartas, con todos sus elementos, incluido el sobre con los datos del remitente y el destinatario, para luego acudir a comprar un sello postal y enviar la carta a un compañero de clase.

Cada día el servicio postal fue menguando, las cartas disminuyeron en su entrega desde la última década del siglo XX cuando los servidores de correos electrónicos aparecieron; hasta estos tiempos en que nadie envía cartas por correo, a lo más que se recibe son estados de cuentas, alguna publicidad impresa y nada más.

Incluso el servicio de mensajería ordinario o correos de México es un elefante blanco herido de muerte, con instalaciones propias de un thriller de terror y un servicio deficiente que puede llevar semanas o meses en concluir una ruta de envío; tal como me ocurrió con un libro enviado a mi domicilio desde España y que arribó a tierras mexicanas en el mes de mayo de este año y lo tuve que rastrear para ir a recogerlo tres meses después en julio.

Lejanos están los tiempos de aquellos lemas que decía que, aunque haya sol, lluvia, truenos o relámpagos, ahí está el cartero entregando la correspondencia.

Hoy los carteros utilizan motocicletas para su labor de entrega de la correspondencia.

Los conocí a pie con sus pesadas mochilas de cuero con compartimentos misteriosos para el niño que fui hace algunas décadas, luego en bicicleta y recientemente en motos. Creo que ahora los perros ya no son un peligro, al menos no un peligro real y latente para los carteros.

 Los servicios de mensajería privados y las empresas de envíos han sustituido al moribundo mercado que sobrevive de entrega de correspondencia.

Hoy día las instituciones bancarias, de telefonía y otras más que son las principales remitentes de correspondencia, se encuentran migrando al correo virtual, a la entrega de estados de cuenta en el mail u otra forma virtual de comunicación.

El 12 de noviembre celebramos el día del cartero, ojalá los carteros aún vigentes hayan tenido la mejor de las celebraciones y que esta sociedad nuestra encuentre cómo revitalizar a tan sensible oficio en el cual llegamos a confiar las más importantes noticias.

12 de noviembre, Día del Cartero.

Acabaron las cartas de amor, las declaraciones románticas aromatizadas en el papel y escritas con lágrimas fugaces; terminaron las noticias añejas, desfasadas por culpa de una carta extraviada que tardó meses en llegar a su destino.

Hoy los servidores de correo electrónico en segundos cumplen la función de entrega epistolar; incluso los servicios como Messenger, WhatsApp, Telegram, Facebook y Twitter, se disputan los potenciales usuarios quienes, aunque no escriben cartas con la propiedad de una como tal, sí realizan el proceso de comunicación epistolar.

Adiós al cartero, adiós a la emoción de esperar noticias de algún lejano lugar y de un ser querido distante, adiós porque en segundos las TIC´s permiten la comunicación en vivo.

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