EL sábado 18 de abril pasa como fecha emblemática para la libertad de expresión, desde hace 35 años o más, no se vivía una acción como la emprendida por Segob contra Televisión Azteca, la democracia se pone en riesgo.
Javier Alatorre expresó que no se le debe creer al curandero con título de doctor Hugo López-Gatell, porque sus datos son falsos, eso motivó el peor acto de censura en la historia presente, no visto antes en el actual siglo.
En un comunicado Segob, advierte que el consejo de salubridad general, representado por López-Gatell es de observancia obligatoria. La falta estriba en cuanto la imposibilidad de disentir, aun cuando la autoridad se equivoque, como lo hizo López-Gatell semanas atrás al permitir las giras presidenciales, digo permitir, pues pareciera en este momento, en su función está por sobre las instituciones y las garantías individuales de los mexicanos.
Galileo Galilei, fue mandado matar por afirmar que la tierra era redonda; el caso aplica como ejemplo a lo expresado por Segob, pues se infiere que nadie puede cuestionar lo dicho por el gobierno.
El comunicado surge en «defensa» del Estado mexicano, no como institución de gobierno, pues el Estado es el único quien puede cancelar los derechos humanos, en este caso, la libertad, la libertad más preciada luego de la vida. La libertad de expresión es la primera de ellas y existe desde la Constitución de 1812, precisamente nace para protección a los abusos de la autoridad contra quien disiente de ella.
Afirma el comunicado que pone en el centro del debate la libertad de expresión dentro de una relación democrática y plural, ¿De cuál país habla? La censura cancela todo derecho, cancela el disenso natural en la democracia y cancela la posibilidad de expresar libremente el pensamiento.
¿Lo que expresó Alatorre fue falso o no? López-Gatell afirmó ante los medios que el presidente no se contagia del bicho llamado Covid-19 porque tiene «la fuerza moral» que lo protege y es también, quien secunda al presidente cuando afirma estar protegido por la imagen del sagrado corazón de Jesús en su cartera -yo tengo una y prefiero el cubrebocas en el rostro-, el mismo quien aparece en videos comiendo en la calle sin medidas de higiene alguna; debemos preguntarnos si se le debe tener confianza a los dichos de López.
Agregue lo que publica El Horizonte en su nota del domingo 19 de abril, donde Jaime Bonilla, gobernador (Moreno) de Baja California desmiente públicamente las cifras del curandero metido a doctor. Los gobernadores de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas cuestionan la forma y el no ser tomados en cuenta; Enrique Alfaro de Jalisco «califica de vergonzosa la información que da [López-Gatell] sobre el coronavirus» (El Horizonte) y Claudia Sheinbaum presenta cifras distintas al subsecretario. Pregunto, ¿estamos frente a un problema de credibilidad del funcionario?, ¿Por qué emprender la embestida contra la televisora?
En lenguaje directo hay censura, violación a las libertades del comunicador y el medio; se presenta pérdida del Estado de derecho.
Mi abuela Juana diría: «Te lo digo a ti mi hija, entiéndelo tu mi nuera». El refrán aplica como una advertencia a otros medios en caso de continuar las críticas al actual gobierno federal. Aquí y en cualquier parte del mundo, eso es un Estado absolutista, totalitario, ajeno a la democracia que decimos tener. Respalda la mordaza en el artículo 4° constitucional con base a que todo mundo tiene derecho a la protección de la salud y en el 6° bajo el argumento que perturba el orden público.
Los ciudadanos tienen libertad para creer o no al funcionario y al periodista, lo que dice el comunicado entre líneas, es que tiene «más fuerza moral» Javier Alatorre que López-Gatell.
El ciudadano es libre de ver o no el canal, de creer o no al comunicador y de atender o no a López; respecto al apartado de alterar el orden público, no encuentro por ningún lado el llamado a afectar a la sociedad.
En caso de alusiones, la Constitución prevé el derecho de réplica, éste pudo ser inmediato y desmentir, como lo han hecho con otros comunicadores: Pero, la reacción fue de violencia contra la democracia, romper el Estado de derecho y dejar al país con un pie dentro de un régimen totalitario.
La advertencia del sábado no es para Alatorre, ni para Televisión Azteca, ni siquiera para los periodistas; es para la sociedad, mañana, cualquier acto se puede encuadrar en alguna violación a la Constitución y suprimir las garantías a los individuos, está enferma nuestra democracia.
Por lo pronto diré que me clonaron la columna, para ver si así me salvo de la virulenta reacción de un gobierno quien es refractario a los disensos, a las divergencias y prefiere un sistema a modo, aunque este se consiga reprimiendo a los diferentes. El asunto ya no es de chairos vs. fifís, es un tema de otro nivel.
Un día escuché a mi maestro de periodismo, Agustín Rodríguez Carranza, decir que un solo Belisario Domínguez bien vale el Senado, ¿Urgen voces en defensa de la libertad de expresión antes que avance el virus dentro de la democracia?
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