Democracia en México

5 mayo, 2023 | publicado por:Óscar Tamez Rodríguez

Para un reducido sector de la población en el país es sencillo, casi implícito al sistema político, pensar que el ideal del pueblo es vivir en democracia, que estamos dispuestos a luchar y reivindicarle por sí misma.

La realidad es distinta, para un amplio sector en pobreza, lo mismo da si es democracia, aristocracia, plutocracia, monarquía absolutista, monarquía constitucionalista, dictadura o régimen militar; en cualquier caso siguen pobres y reproduciendo la pobreza a las siguientes generaciones.

Para al menos un tercio de la población, es lo mismo azul, que marrón, rojo, amarillo o cualquier color del abanico político, todos llegan en campaña con una dádiva, prometiendo abatir su miseria y al arribar al poder, todo es como antes hasta los próximos tres o seis años cuando aparece otro personaje a prometer lo mismo.

La democracia en México es frágil, dúctil, poco útil para muchos, quizá por ello en el presente se encuentra en peligro de desaparecer, de ser aniquilada desde los recursos mismos de la democracia.

Asumiendo que somos 130 millones de habitantes y que más del 40% se ubica en algún grado de pobreza y otro 40% no estando en pobreza, no completa para satisfacer sus necesidades de vida, tenemos que al menos 100 millones de mexicanos padecen privaciones en sus hogares.

Algunas carencias son de primer orden, otras de vestido, vivienda, salud, alimentación adecuada, acceso a la cultura, educación y más satisfactorios. Todos quienes padecen saben que su vida poco cambiará si sobrevive la democracia o se extingue en el país.

Para comprender la decepción que puede haber sobre la democracia en millones de mexicanos es necesario remitirnos a los valores que dan vida a la misma y cómo la ausencia de éstos en la democracia mexicana, favorece la miseria económica en millones de hogares y por consiguientes la indiferencia del pueblo sobre el sistema político mexicano.

La democracia se mueve en torno a cuatro valores de los cuales se han mencionado en esta columna previamente: libertad, igualdad, justicia y derechos humanos.

La crisis de nuestra democracia radica en que no se ha encontrado el punto de equilibrio para lograr que funcione la sociedad en conjunción con los cuatro valores.

Los partidos políticos se han dividido el universo político en dos grandes ideologías, libertarios e igualitarios, los primeros hoy denominados de derecha, defienden las libertades económicas, sociales y políticas; los igualitarios se mueven en las pretendidas igualdades económica y social. Para ambos grupos la justicia y los derechos humanos son algo por interpretar a modo, no como algo universal.

La democracia en México nació enferma en 1917 y se mantuvo asintomática hasta finales del siglo XX cuando se creyó que podía haber cura contra el unipartidismo cuasidictatorial. Lo que se logró es que el mal se avivara con mayor ahínco.

Los igualitaristas defienden la igualdad económica, pero no en función de la riqueza como indicador, sino de la pobreza como el ideario.

La fórmula ideal para abrazar la democracia está en equilibrar igualdades y libertades con justicia, pero mientras haya miseria, el pueblo será susceptible de apoyar gobiernos variopintos, incluyendo militarizados o dictatoriales.

El país viaja hacia alguna forma de autoritarismo y parece muy difícil el retorno. El golpe de Estado está en marcha, un golpe blando, diferente a la tradición armada. Éste ha surgido desde el seno del poder y amparado por las leyes e instituciones democráticas.

Así es el presente y potencial futuro de la democracia en México.

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