Despotismo democrático

27 julio, 2021 | publicado por:Óscar Tamez Rodríguez

Definir un gobierno despótico tiene muchas acepciones; una en donde se aplica es aquella que se identifica con gobernantes quienes desprecian a los gobernados, quienes gobiernan en forma personalísima por sobre las leyes y no les importa escuchar a los gobernados, sino imponer su verdad.

El concepto de despotismo ha evolucionado en su acepción, lo mismo que sucede con tantos vocablos, cambia su conceptualización en la medida que las sociedades evolucionan, hoy aplica como definición de democracia de mayorías, como el imperio de los poderosos negados a reconocer las minorías para cuyos intereses también se gobierna.

México atraviesa una etapa que reúne las características previas, en la cual, el gobierno federal ni ve ni oye a los gobernados, imprime su verdad en sus acciones, aplica aquello del imperio de las mayorías como fórmula de las democracias despóticas.

Juan Antonio González de Requena, en su ensayo Nuestras Tiranías. Tocqueville acerca del despotismo democrático, señala que para Tocqueville la democracia, siendo el gobierno más justo, tiene el enemigo principal en el despotismo democrático.

La democracia se basa en libertad, respeto a los derechos individuales en un marco de colectividad, en reconocer un marco jurídico que norma las conductas sociales en la vida privada como la social y la pública, es la única forma de gobierno en donde los gobernados en su faceta de ciudadanos tienen la libertad de ser actores y copartícipes de las decisiones políticas y administrativas que afectan a la vida pública.

Sin embargo, señala González de Requena al interpretar a Tocqueville que «el primer riesgo de un despotismo eminentemente democrático se deriva de la misma premisa de la soberanía popular, y consiste en la omnipotencia que la mayoría ejerce en el gobierno». Es decir, la tentación del gobernante quien teniendo las mayorías desprecia al resto de la sociedad, al resto de los gobernados.

En México vivimos una forma de despotismo democrático. Un gobernante quien le habla sólo a sus mayorías complacientes, aduladoras, idolatrantes. Desprecia en palabra y actos a los mexicanos quienes se atreven a diferir de su pensamiento.

Estamos en una etapa de la democracia donde el gobierno se omite frente a los reclamos populares, se niega a ver la realidad social y política que vivimos los más de 73 millones de electores quienes diferimos de su concepto de país.

De los más de 93 millones de electores, por Morena y/o sus aliados sólo votaron 20 millones 904,000 mexicanos, la diferencia dijimos que queremos un gobierno incluyente, diferente en las formas, que respete las libertades, que escuche y vea a los mexicanos y no sólo a sus seguidores.

Vivimos un despotismo democrático donde se insulta a más del 30% de la población quien se ubica en las llamadas clases medias, se les acusa de ignorantes, pro fascistas, por tener aspiraciones y soñar con una mejor vida, entre múltiples insultos surgidos de la palabra presidencial.

Vivimos un despotismo democrático, mientras se insulta a los diferentes y se gobierna con insensibilidad, la cifra de muertos por la delincuencia alcanza las 87,000 víctimas. Se lleva mariachi a López-Gatell y se le trata como héroe, pero nadie responde por los 232,000 muertos de Covid-19 y las pésimas políticas públicas implementadas frente al bicho.

Tenemos un despotismo democrático que impone la dictadura de las minorías disfrazadas de mayorías y excluye a la verdadera mayoría sólo por pensar diferente.

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