Nuevo León se vuelve foco de atención nacional porque en el Congreso local se debate la aprobación o no del llamado PIN en algunos contenidos de educación básica.
El PIN significa cerrar o abrir un candado para que los maestros en las escuelas puedan impartir los contenidos vinculados al género a sus alumnos, esa libertad la aprueban los padres de familia o tutores de los menores, según la iniciativa.
El debate no es menor por la serie de implicaciones que conlleva, así como, se da en momentos donde el año electoral está muy próximo y puede volverse lastre electoral para algunos diputados quienes sueñan con la reelección o el chapulineo.
La iniciativa presentada y avalada por el diputado Juan Carlos Ruiz se soporta en la declaración universal de derechos humanos, sobre todo, en el apartado donde se señala que los padres tienen el derecho a seleccionar o escoger el tipo de educación que reciben sus hijos.
El PIN educativo se enfoca en que debe haber autorización expresa de los padres para que los menores reciban cualquier tipo de educación formal escolar sobre educación sexual reproductiva, perspectiva de género u otros temas vinculados a la sexualidad.
Alguien dirá que la iniciativa atenta con la educación laica, gratuita y obligatoria consagrada en el tercero constitucional a nivel federal, que es rectoría de la SEP federal establecer los planes y programas de estudio y que los estados y municipios sólo tienen facultades para hacer adhesiones y no suprimir contenidos.
Seguramente los pro diversidad sexual saldrán a desgarrarse las vestiduras porque atenta contra sus derechos, veamos, ningún atentado en la iniciativa tal cual, su derecho es a la diversidad, el de los otros a que no se eduque en forma contraria a sus principios a sus hijos, dos derechos que no se contraponen.
Vivimos en una sociedad pluricultural y no en una multicultural, aunque los extremismos han optado por volvernos una sociedad multicultural. La diferencia en ambos términos que parecen iguales la encontramos en «La sociedad multiétnica» de Giovani Sartori.
El multiculturalismo significa que pueden cohabitar múltiples culturas en una misma sociedad, aunque por momentos contravengan la ley, el pluriculturalismo, significa reconocer y respetar las diferencias, pero viviendo todos en un mismo marco del derecho.
En México nos declaramos pluriculturales, pero respetamos derechos de los pueblos prehispánicos por sobre la Constitución, eso es multiculturalismo.
Como sociedad pluricultural, debemos todos acatar la ley, el problema es que las leyes actuales entran en conflicto unas con otras, peor aún, se contravienen en el caso del PIN, dos derechos fundamentales de los niños.
Aprobar el PIN no daña o altera el derecho de los pro diversidad, no hacerlo, si altera el derecho de los demás a no respetar su forma de pensar.
El problema es de fondo y se está viendo sólo la superficie. La realidad educativa está lejos del actual debate.
A los profes se les ha obligado a ser expertos didácticos, psicólogos y médicos en temas como los de diversidad de género y sexualidad, sin capacitación al respecto para enfrentar la diversidad de situaciones que pueden enfrentar en las comunidades.
Agregue que los enfrentan a sus propias cargas axiológicas lo que deriva en que, en muchas escuelas dejan de lado estos temas polémicos, otros, los menos, profundizan por sobre el nivel de contenido esperado para el grado escolar a referir, lo mismo que aquellos quienes dejan ver su carga valorativa al momento de abordar estos aprendizajes.
Si no se acepta este PIN estaremos frente a la tiranía de las diversidades, si se acepta se abre una puerta enorme a legislar en materia de contenidos educativos controversiales, ya sean sexuales, de salud o históricos.
La solución de fondo está en revisar los contenidos de los programas educativos pues hay mucha paja en ellos; definir la profundidad sobre la cual versan los aprendizajes, establecer estrategias didácticas y capacitación para los docentes.
Seguramente Juan Carlos Ruiz sabe que Nuevo León tiene una población tradicionalista en gran mayoría, esto faculta a defender la forma de pensar de estos grupos sociales también.
Es tiempo de replantear el respeto y la tolerancia a la diversidad y los diferentes, basta que se atienda a los que más gritan aunque sus puntos de vista no sean los de todos.
La solución es encontrar un punto medio donde cohabiten en las aulas las diferentes cargas morales, finalmente, tan sustentado en la moral está discrepar de la educación sexual como estar a favor de ella.
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