Gobierno fuerte o mínimo gobierno

11 octubre, 2021 | publicado por:Óscar Tamez Rodríguez

que vivimos en el país es la personalización del debate ideológico, político, de administración pública y organización de gobierno que surge entre la disputa por elegir entre un gobierno fuerte o un gobierno mínimo.

Los clásicos del pensamiento político como John Locke, Hume, Rousseau, Montesquieu y otros, entre los Siglos XVII al XIX, escribieron las bases sobre los debates del republicanismo y las democracias modernas relativos a las formas de organizar los Estados.

Por un lado, la propuesta de un Estado fuerte y rector, por la otra, la liberal que propone estados mínimos, vigilantes de la ley y con autoridad para regular las relaciones entre particulares.

Este debate cobra fuerza con el surgimiento de las teorías de Carlos Marx y Federico Engels quienes radicalizan el papel del Estado con instituciones de gobierno monopólicas.

En México, su máxima institución del gobierno, el Poder Ejecutivo federal, ha navegado en esa disyuntiva, hacia donde dirigir la función del gobierno y las políticas públicas que de él derivan.

Desde el surgimiento de los gobiernos republicanos con la Constitución de 1917, el Estado mexicano se ha movido de un lado a otro en la configuración entre gobierno fuerte o mínimo gobierno.

Estos movimientos han sido bruscos o leves según cada sexenio, pues aunque en el discurso se niegue, en la práctica, el Estado y las instituciones de gobierno se mueven a voluntad del jefe el Poder Ejecutivo federal; ello gracias a sus metapoderes políticos y constitucionales.

Lo único que limita esos metapoderes es el cumplimiento del precepto constitucional del final en el mandato, que no pueda permanecer un gobernante más allá de su sexenio, garantiza las oscilaciones en el péndulo del Estado mexicano.

En la primera mitad del Siglo XX la radicalización se dio con el sexenio de Lázaro Cárdenas quien se inclinó en extremo hacia el gobierno fuerte. Hizo del suyo un Gobierno cercano al socialismo donde las instituciones de producción y servicios se vuelven rectoría del Estado, gobierno socialista, que no social.

Los sexenios siguientes se mantuvieron en el centro con la llamada economía mixta. Instituciones productivas estratégicas del Estado y otras más en manos de privados, era una mezcla de socialismo y liberalismo que permitía equilibrios.

En la última década del Siglo XX se redirigió el péndulo hacia mínimo gobierno, es la etapa mal llamada neoliberal, digo mal llamada porque lo vivido es un proteccionismo extremo a grupos económicos que terminaron por producir monopolios en contubernio con el Estado.

En el actual gobierno la visión se redirecciona en 180 grados de lo propuesto por los anteriores cuatro o cinco sexenios. Pretenden gobierno fuerte con empresas productivas en manos del Estado.

La historia muestra que tener a Pemex, CFE, Telmex, Gas y otras más en posesión del Estado, redituó en los servicios de estas empresas a costos altos y onerosos. El monopolio fue devastador en las economías doméstica y microempresarial.

La experiencia de la transición hacia monopolios privados resultó en lo mismo. Altos costos por servicios deficientes.

El gobierno actual, lejos de encontrar el equilibrio de mínimo gobierno con la rectoría de la autoridad que exige calidad y costos equilibrados en los servicios, nos ofrece regresar al Estado monopolio.

La síntesis es que los mexicanos somos víctimas de las radicalizaciones ideológicas y de visión de Estado de nuestros gobernantes. Lejos de promover la producción eficiente, competitiva, de desarrollo; nos llevan de un monopolio a otro, siempre en contra del ciudadano.

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