Circuló la información relativa a que el general diplomado de Estado Mayor, excomandante de IV Región Militar, Jens Pedro Lohmann Iturburu se presentó el pasado 1 de septiembre en la dirección de Administración y Finanzas del ISSSTE, en sustitución de Pedro Zenteno Santaella, quien pasa a otra dependencia del gobierno federal descentralizado.
Conocí al general Pedro Lohmann, compartimos una interminable y amena charla histórica sobre Hernán Cortés, eso fue en el otoño de 2019, acordamos que al terminar mi libro sobre ese pasaje histórico me honraría con prologarlo.
Una persona inteligente, culta, conocedora de la historia –por supuesto–, autor de un libro histórico, excelente comunicador a quien vi encantar a los universitarios de la Facultad de Ciencias de la Comunicación en una charla y buen administrador, esa es la imagen que conservo, por sobre su formación castrense.
Que asuma el cargo de responsabilidad en el ISSSTE no debería de extrañar luego del perfil descrito pues considero tiene las competencias profesionales requeridas, lo extraño es que en un puesto eminentemente civil se nombre a un hombre de trayectoria militar.
En 2006, el presidente Calderón, a ese quien ve en sus peores pesadillas el actual Presidente y al cual invoca un día sí y otro también, fue quien sacó de los cuarteles a las fuerzas armadas del país.
En ese tiempo, la falta de legitimidad en su gobierno ante el caso de fraude electoral contra López Obrador provocó que abandonara su intento de ser el presidente de las manos limpias y del empleo para ser el de la guerra contra el narco y las manos entintadas de sangre.
Los gobiernos estatales y municipales fueron cediendo espacios de gobierno a los militares donde el perfil es para civiles, la excusa un tanto real es que el crimen organizado había permeado en las instancias de gobiernos municipales y estatales.
Margarita Arellanes y sus similares en Monterrey y otros municipios de la entidad, nombraron a militares en las áreas de seguridad pública, nada tardó para que también lo hicieran en tránsito y protección civil, luego siguieron en espacios como alcoholes y comercio.
La justificación siempre la misma, contener la corrupción y la presencia del crimen organizado en las instancias de gobierno; ha transcurrido más de una década desde que salieron a las calles y ni la corrupción, las malas prácticas de gobierno, el crimen organizado y las muertes a montones han cedido; por el contrario, pareciera que van en creciente.
La militarización llevó al extremo de un militar quien insultó públicamente a un secretario de gobierno en un estado del norte del país, fue y le gritó al gobernador que le quitara de enfrente al «borracho ese», refiriéndose al funcionario estatal.
En las calles de Monterrey transitaban con impunidad cerrando vehículos e incluso hay dos casos de abuso de autoridad donde mataron a jóvenes, uno en Lázaro Cárdenas y otro en el Tec, en ambos sembraron pruebas y nada pasó.
La reflexión obliga porque aduanas, puerto y otras instancias civiles hoy son dirigidas por militares. Si eso garantizara menos muertos, menos crimen organizado y menos corrupción, sin justificarlo podría entenderse, pero no es así, siguen en aumento las cifras negras en el gobierno de la 4T.
No se debe rechazar a un militar con capacidad en algún cargo por ser militar, pero por ello, uno de los héroes del Presidente luchó para separar al gobierno de la iglesia y los militares.
¿Se está ciudadanizando el ejército o militarizando el gobierno?
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