Expectativas provocó el arranque del ciclo escolar 2020-2021 por la innovación de trabajar en forma virtual o televisiva con los alumnos.
A temprana hora iniciaron las cadenas nacionales a transmitir su programación educativa, en principio se percibe buena producción, guiones elaborados, en una palabra, se esforzaron por no salir improvisando.
Los expertos en producción y edición de cine y televisión podrán diferir de mi opinión, seguro saben más al respecto; para quienes somos neófitos en la materia, el resultado es adecuado, por sobre temas de iluminación y otros que pudieran ser cuestionables.
Lo importante al margen de la producción es el aporte educativo de los contenidos, lo visto durante la mañana del lunes del inicio de ciclo deja mucho por deber, un esfuerzo limitado en su sentido educativo.
Entre las 07:30 y 10:00 horas, la programación fue para escolares de quinto grado, en otros canales diferentes al que monitoreé la programación fue distinta, para otros grados educativos.
No se trata de desvirtuar el esfuerzo, sino de evaluar lo realizado y recordar al gobierno que tiene una deuda pendiente con la niñez de México quienes pueden acumular otro año escolar perdido en su vida.
Salvo en uno de los espacios donde aparece quien pareciera una maestra explicando clase, en los demás la dinámica fue de programas televisivos con poco perfil de interés para un menor escolar.
Difícilmente los alumnos se mantendrán tres o cuatro horas frente al televisor viendo materiales descontextualizados a su realidad, pretendiendo ser amenos pero aburridos para un niño quien disfruta caricaturas u otro tipo de programas y sin la autoridad que puede representar el rigor de una jornada escolar en un centro educativo.
Entre los programas, cada 30 minutos o poco más, aparecía una pausa activa; es decir, un espacio para que los menores se levanten de la inactividad por estar frente al televisor y activen su cuerpo.
Estas pausas correspondieron a los campeones Romel Pacheco y Paola Espinosa; actividades donde había estiramiento, flexión y en lo general, activación física; me atrevo a decir que es lo mejor que vi en la jornada.
Entrevistas a personajes destacados en la ciencia y el arte, como al astronauta michoacano quien dio ejemplo de vida, lo cual es valioso pues representa un ejemplo de superación, esfuerzo y dedicación a la niñez; también un violinista quien tocó una pieza luego de explicar en tres minutos lo que es el violín entre los instrumentos de cuerda. La pregunta ¿esos contenidos para qué, cuando la urgencia es el conocimiento de contenidos educativos básicos?
Los alumnos pudieron pasarse la mañana viendo el televisor y al final poco o nada aprendieron para la vida diaria.
Al menos en el primer día de clase, no hubo clases, los alumnos no sintieron la necesidad de escribir, enfrentar una situación problemática, recurrir a alguna lectura o reflexionar sobre un pasaje histórico o de conocimiento del medio ambiente.
Es cierto que las primeras tres semanas son de repaso, pero los contenidos no resuelven las inquietudes de padres y alumnos.
En entrevista al maestro Martín –omito apellidos–, compañero y amigo normalista de hace más de 35 años, asegura que los contenidos son agradables y excelentes las pausas; pero por mucho que la tecnología y la teleeducación contribuya, nada sustituirá al trabajo personalizado del docente, coincido con él.
Eran las 17:00 horas cuando nos comunicamos y aún no terminaba de atender dudas con padres de familia y alumnos. Buen enredo trae la nueva educación de la nueva normalidad.
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