La carta al Papa

15 octubre, 2020 | publicado por:staff

El presidente de México, en su carácter de jefe de Estado, mandó una carta al jefe de Estado del Vaticano, la mensajera fue la esposa del mandatario, el contenido de la misiva, un favor y un insulto; bonita combinación para una epístola diplomática.

Ser jefe de Estado y jefe del Poder Ejecutivo no es lo mismo, aun cuando en los sistemas presidenciales como el mexicano, ambas figuras recaigan en la misma persona.

El Estado mexicano tiene un canciller, él es responsable de las relaciones públicas internacionales, es el caso de Marcelo Ebrard, a quien el presidente le ha perdido confianza o las intrigas palaciegas causan estragos en la relación de ambos.

El «Carnal» Marcelo es uno de los dos funcionarios quienes le han rendido resultados al presidente. Junto a Esteban Moctezuma sortean toda clase de obstáculos en el gobierno.

Algo no fluye con normalidad entre ALMO (no escribo las otras siglas; son marca registrada y no quiero problemas por uso de imagen) y Marcelo, quizá, el más fiel colaborador. Manda el presidente a su esposa, Beatriz Gutiérrez, para parlamentar con los gobiernos francés y vaticano; Marcelo no es incluido.

Agregue que en los últimos momentos, la línea del todo poderoso mesías de la 4T, gira instrucciones para que los morenistas voten por Porfirio Muñoz en la encuesta para elegir dirigente.

No hay casualidades en política, Mario Delgado iba en caballo de hacienda rumbo a la presidencia de Morena y de improviso, Porfirio surge como el ganador de las encuestas, algo pasó en la relación López-Ebrard.

Volvamos a Beatriz, la única a quien puede confiar su marido la encomienda, según se infiere. Acude al Vaticano y no lo hace como representante del jefe del Estado mexicano, lo hace como su esposa, como mujer creyente, su atuendo no corresponde al de una mujer ejecutiva que representa a los mexicanos, en su caso, es una fiel quien viste como lo haría una fiel de la religión, eso es terrible mensaje.

Si hubiera acompañado a su esposo, sería diferente, todas las esposas de los presidentes tienen su foto con el Papa, pero no en calidad de representante del Estado, sino como acompañante de su marido, eso hace diferencia.

En la misiva, el presidente López Obrador se presenta con el Papa como quien asume una postura de inferioridad frente al mandatario del Vaticano. Le recuerda que estuvo cinco años atrás como feligrés en la plaza San Pedro, siente la necesidad de informar quién es, olvida que siendo jefe del Estado mexicano es identificable.

Luego le informa que la señora Gutiérrez Müller lleva la encomienda de solicitar en préstamo algunos códices de la etapa de conquista y otras reliquias históricas además de documentos que serían expuestos en 2021 para «conmemorar» 500 años de la caída de Tenochtitlán, que no así la caída de México.

Agrega que sería oportuno reivindicar la parte sacerdotal de los insurgentes, Hidalgo y Morelos; además de solicitar disculpas a la Iglesia católica para los pueblos originarios por las atrocidades de cientos de años atrás.

Advierte que sería un acto de humildad que la Iglesia se disculpe, coloca al jefe del Estado vaticano en condición de hacer lo que él quiere o quedar mal con un sector de los mexicanos.

Se equivoca ALMO en la forma y el fondo, no necesitamos como pueblo que él use políticamente la historia, necesitamos un mandatario que se disculpe con más de 70 millones de mexicanos quienes no queremos las ofensas que a diario profesa contra los mismos mexicanos.

Mi abuela Juana diría: «Farol de la calle, candil de la oscuridad».

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