Las bolsas del súper

17 enero, 2020 | publicado por:Óscar Tamez Rodríguez

Inició el 2020, con él la prohibición para que las tiendas departamentales omitan empaquetar los productos de sus clientes en bolsas de plástico, la excusa es el cuidado al medio ambiente, ¿realidad o excusa?

Los legisladores federales y locales emitieron la legislación donde se prohíbe empaquetar el «mandado» del súper y otros establecimientos en bolsas de plástico bajo el argumento de que contaminan aguas y tierras.

No es mentira que contaminan, tampoco que un alto porcentaje termina en ríos y mares, pero olvidan el principio de las tres «R».

Las «R» significan reducir, reciclar y reutilizar. En el caso de las bolsas plásticas del súper, se cumple al menos el reutilizar.

La disposición legal, más parece una idea poco analizada por los congresistas –lo cual no sería novedad– o un proyecto cabildeado desde las mismas departamentales, quienes se ahorran un dineral que irá a sus utilidades y al cargo de los consumidores, que una propuesta ecológica.

Quien crea exagero al hablar de grandes beneficios económicos al eliminar las bolsas, se equivoca, recordemos el ejemplo del clip de colores que frecuentemente se utiliza en los cursos de calidad, el cual ilustra el ahorro en una oficina al reutilizar y eficientizar el uso de los clips en los documentos.

Las departamentales, todas, ofrecen morrales, bolsas o redes hechos con materiales biodegradables, ofertados a altos costos al cliente y con los emblemas de la empresa. ¿Quién pagará al usuario por promover esa marca?

Antes las bolsas terminaban reutilizadas en el cesto de la basura, pues servían para eso, hoy seguirá habiendo bolsas plásticas en los cestos, pero a cargo del usuario. Ahora las personas placearán una marca en otra departamental distinta sin beneficio personal por la publicidad.

La prohibición de las bolsas plásticas parece otro logro de los mercadólogos, parece hacen un bien a la sociedad, pero el fin es de ganancia a los empresarios.

Ya existen las bolsas plásticas biodegradables, ¿por qué no exigir este tipo de bolsas?, ¿por qué no exigir el cambio a empaques sostenibles o sustentables en vez de eliminar el empaque?, ¿por qué no defender al medio ambiente y al consumidor?, ¿es mucho pedir que piensen dos cosas a la vez nuestros legisladores?, ¿por qué cargar, como siempre, el costo al más débil, al precario, al consumidor?

A favor del medio ambiente sí, pero también del consumidor, quien ahora gastará en las mágicas bolsas ecológicas con frecuencia. Acaso usted, estimado lector, no es de los que llegan al súper de paso, ¿siempre programa sus salidas al súper?

Deberemos portar una o dos redes en forma permanente para cuando «nos desviemos al súper» y no regresar con guacamole al comprar aguacates.

En mi infancia se empaquetaba en bolsas de papel el mandado, en las carnicerías los chicharrones se guardaban en conos de papel, las tortillas, al igual que la carne fresca, el pescado y otros productos más se envolvían en papel, ¿por qué no exigir empaques similares ahora? Las señoras regresaban del mercado con redes cargadas de fruta, legumbres y vegetales envueltos en periódico.

Esta ley abre una nueva opción a las campañas políticas, regresar a las viejas redes con propaganda electoral. Finalmente se pueden hacer con materiales de costal y esos entran como textiles. Pronto habrá redes ecológicas con compartimentos para separar alimentos de detergentes –no cobro la idea–.

La ley tampoco explica cómo se beneficiará económicamente el consumidor, pues el nuevo ahorro de no imprimir bolsas, debe trasladarse también al cliente.

Esta reforma es una genialidad más de nuestros legisladores, en su mundo de cristal olvidan a los millones quienes hacen el súper a pie o en camión, a quienes la resistencia de las bolsas plásticas les servía para cargar cuatro, cinco o seis bolsas en caminatas kilométricas.

Ahora el pueblo debe encontrar el modo para cargar su despensa, si olvidan su red, seguro recordarán al diputado y a algún familiar de este, pues están condenados a pagar en forma onerosa las bolsas ecológicas –donde cabe muy poco–.

Ojalá fuéramos para atrás, pero no, con leyes como esta, nos acercamos a la ignominia. Olvidan los legisladores que en política es «el remedio y el trapito».

imagen de lachachara.org

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