En el marco de los 100 días del gobierno del presidente López Obrador, es oportuna la revisión de gazapos y aciertos del gobierno de la 4T.
Es natural que al arribar a un cargo exista una curva de aprendizaje, por ello se recomienda caminar con “pies de plomo”, sin embargo, en los gobiernos, sobre todo, en los de cambios tan radicales como el actual, la presión social, política y mediática exigen ir acelerados.
Junto a la exigencia de hacer cambios, está la permanencia o renovación del personal que acompañará a los funcionarios de segundo y tercer nivel. Estos son los que deben evaluarse, incluyendo los equipos operativos, pues aquí es donde hacen lucir o ensombrecer a los secretarios. Algo de lo que acusa el actual gabinete a muchos de los equipos que permanecen del anterior gobierno.
La razón para evaluar la permanencia o sustitución de colaboradores no es mera vanidad, prepotencia o acto autoritario, responde a la necesidad de la confianza.
El funcionario que llega debe cumplir un curso intensivo del área a encabezar, tener claridad de quienes son su equipo cercano y los perfiles de cada uno, además de los niveles de compromiso que asumen con las encomiendas, luego de esto, iniciar las sustituciones donde haya que fortalecer al equipo.
De estas decisiones dependen los resultados, sobre todo los de los primeros 100 días. Ya en la publicación de Política e Historia (esta columna) del 16 de febrero del 2019 se expone el significado y relevancia de la percepción del gobierno en el marco de los primeros 100 días.
Gracias a que el actual, es un gobierno disruptivo con relación al establishment de los presidentes mexicanos, López Obrador hace del suyo, un gobierno sui generis, diferente, esto es tan bueno como malo.
Entre las pifias del actual gobierno se pueden enlistar las más significativas, destacando: el mal manejo de la titular de Segob sobre su declaración patrimonial lo que causó un sisma. ¿Cómo es que la segunda de abordo incumpla las disposiciones de su jefe sobre transparencia?
La de mayor relevancia fue la del combate al guachicoleo, que si bien es acierto, el hecho de insistir en los pillos de cuello blanco surgidos de Pemex, su sindicato, los gasolineros y el crimen organizado, para luego que no haya una sola carpeta ni un pillo tras las rejas; define la acción como “mucho ruido y pocas nueces”.
Una de las peores crisis, no causada por el gobierno federal, pero que cimbró, fue la muerte de la gobernadora de Puebla y su esposo Moreno Valle, apenas 12 días después de asumir el cargo en medio de un litigio donde el presidente emitió opiniones descalificando el fallo del Trife.
Esa crisis se agudizó en días recientes porque el novel secretario Javier Jiménez Espriú anuncia que se reservan los audios de la conversación torre-helicóptero. Más allá del ruido, el maremoto, ese que no se ve, pero está formando marejadas, sí se dejó sentir; de inmediato AMLO enmienda la plana y publica los audios, que por cierto, lo noticioso es que los políticos abordaron en una vivienda privada y no en el aeropuerto o helipuerto.
Hay otras pifias que han causado daño a la imagen presidencial, es el caso de los subsidios a las guarderías.
Faltó estrategia comunicativa para decir que en palabras de costo-beneficio, el programa es oneroso, por muy social que sea. La inversión de 4 mil mdp en 300 mil menores es muy alta, sobre todo cuando se sabe que casi el 70% de los beneficiarios no son madres jefas de familia ni familias en condición de pobreza.
Invertir 14 mil pesos anuales por niño es mucho para un gobierno quebrado, sin embargo, en el grupo del círculo rojo lo tomaron como oportunidad para golpetear al gobierno.
AMLO y su gabinete han sorteado hasta ahora el vendaval, las encuestas recientes marcan una leve caída en su simpatía luego de las mediciones por el combate al guachicoleo.
En sumas y restas, un gobierno que poco tiene para presumir como un éxito, quizá la reforma educativa que devuelve algo del sentido social a la labor docente, el combate a la corrupción del cual no hay datos duros y el ataque al guachicoleo que sigue sin pena ni gloria. Es tiempo que revisen el rumbo.
Dos consejos no pedidos: Que las mañaneras sean dos por semana y luego una por semana y que el rey del tablero arriesgue más las torres, alfiles y caballos, no sea pronto lo pongan en jaque.
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