Los valores de libertad, igualdad y fraternidad están consagrados en la revolución francesa de 1789. Este movimiento político-social cambiaría para siempre el devenir del mundo occidental, con él y la independencia norteamericana, inicia la era de la democracia representativa en el mundo occidental.
En ambos movimientos (francés y norteamericano) hay dos elementos en común: el deseo de construir un Estado republicano y democrático. Hoy se ven como uno mismo, pero república y democracia son formas complementarias de concebir a una nación.
La masonería que por definición significa constructor, fue un oficio que se organizó en gremios, estos gremios atesoraron con secrecía su conocimiento profesional. El uso de sus herramientas y técnicas de construcción se guardaban con celo.
Con el tiempo, los gremios masónicos aceptaron en sus filas a otros perfiles de hombres, gente de la ciencia, economía, comercio, política y el ejército, pero siempre conservaron su secrecía como elemento de cohesión.
Existen diversas líneas que explican el surgimiento de la masonería especulativa, esa que agrupa a más que constructores en sus filas. Una de ellas es de orden religioso, es decir, que surge como una fisura de la iglesia católica medieval.
Eso explicaría muchas de sus similitudes con diversas acepciones de cristianismo, incluyendo por supuesto el catolicismo. Sin embargo, desde su origen mismo, plural y diverso, el rumbo que habría de tomar es el político-social.
Así en 1717 surge la primera gran logia especulativa en Inglaterra, su finalidad era formar integralmente a sus agremiados; en el campo espiritual, el desarrollo del pensamiento, el conocimiento, la filantropía y la solidaridad, en síntesis, un ser humano con valores axiológicos, sociales, cívicos, políticos y académicos, basados en el humanismo, la razón de las ideas y el conocimiento positivo.
Los valores de la masonería son desde ese entonces la libertad, igualdad y fraternidad, si hoy transferimos el concepto de fraternidad a solidaridad, bien común o justicia social, encontramos que desde sus cimientos, la masonería concebía un sistema de organización social basado en la democracia.
La democracia desde el siglo XVIII se fundamenta en tres grandes valores: libertad en los miembros de la sociedad, igualdad entre los mismos y justicia para que se puedan cumplir los principios de libertad e igualdad; recientemente se ha agregado como un valor de la democracia a los derechos humanos. Todos teniendo el bien común como objetivo tal cual lo explicó en su momento Rousseau en “El contrato social”.
De Inglaterra se propaga rápidamente la masonería como organización humanista al resto de Europa, en Francia se adecuan sus propósitos y se politiza aún más, para algunos es la instigadora de la revolución francesa, para otros, su participación fue a partir de coincidencias en intereses y valores.
La masonería entre 1717 y 1800 abreva de pensadores en los siglos XVII y XVIII como John Locke, Thomas Hobbes, Voltaire, Montesquieu y Rousseau, quienes pueden considerarse junto a Maquiavelo, como los fundamentos teórico-científico de los sistemas políticos modernos en occidente.
Libertad, igualdad, justicia y fraternidad son valores propios del pensamiento en los masones quienes, al viajar a América inoculan esos valores en forma de independencia y autonomía.
Surgen los republicanismos conservador y liberal. En las logias masónicas defenderán lo defenderán durante el siglo XIX, quedando enfrentadas por no coincidir sobre cómo organizar al gobierno: en una democracia o monarquía.
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