En las redes sociales y grupos virtuales de amigos, el año 2020 cerró con memes y comentarios de alegría por la conclusión del peor año vivido hasta el momento, con la alegría de recibir un año nuevo esperanzador, como si la transición de un día a otro hiciera diferencia en lo que vivimos.
Inicia el 2021 con la furia del bicho, el anhelo de que su llegada acabara con la pesadilla fue inútil, por el contrario, parece una hierba mala podada, cobra más fuerza.
Nada ha cambiado entre el 20 y el 21, en todo caso, la diferencia es que se recrudeció la pandemia, en el caso de Nuevo León, las cifras crecen casi exponencialmente y son más cercanos los casos de enfermos y fallecidos por el Covid-19.
Viendo las cifras oficiales del gobierno estatal, llama la atención cómo los contagios son mayores entre la gente en edad productiva, pero las muertes, más en edades de adultos mayores.
¿Por qué creció la estadística?
Los contagios y defunciones han crecido y la respuesta no científica que tengo está en la normalización del bicho, entendido el concepto de normalización desde el enfoque sociológico.
Es Michel Foucault el creador del concepto, esto de acuerdo con el sitio www.sociologianecesaria.com/ y su utilización se refiere a cómo los individuos tienden a ver normal aquello que es parte de su cotidianidad, aun cuando sea anormal la conducta.
Por su parte el sitio www.psicologia-social-roiel.blogspot.com/ establece que es Sheriff quien indagó sobre cómo los miembros de un colectivo social llegan a establecer patrones de juicio comunes y conductas semejantes.
En su experimento concluye que las personas de los grupos sociales terminamos respondiendo en forma similar a otros, aunque al principio pensemos diferente, frente a situaciones problemáticas.
Entre las formas de lograr el cambio de conducta para llegar a ver “normal” lo que consideramos no normal están las decisiones de la autoridad, la influencia de los grupos sociales de convivencia y las creencias propias.
Todo esto puede ayudar a entender porque la gente reaccionamos contra nosotros mismos frente al potencial contagio que significa el bicho.
Todos conocemos a este momento, alguien contagiado y que se la pasó subiendo videos y charlas durante el confinamiento, como si aquello fuera un acto “cool”.
También sabemos de casos que se contagiaron y presumen no haber tenido los más leves síntomas.
Agregue que la autoridad se ha encargado de difundir información distorsionada sobre los factores que previenen el contagio e insistente en señalar que la llamada comorbilidad es la causante de las defunciones.
Junte todo eso y lo que tenemos es un metamensaje de que no pasa nada con el bicho, muchos amigos hacen fiestas y reuniones y no se contagian, otros, si llegan a contagiarse es una forma de ganar likes en las redes, al fin de cuentas se mueren sólo los gordos, diabéticos, con cáncer, hipertensión y otras justificantes que usa la autoridad.
Todos somos susceptibles de contagiarnos y eventualmente morir por el contagio, en eso, nada cambió con relación al 2020, al contrario, creció el peligro.
Es urgente que evitemos ver como “normal” convivir con el bicho y pensar que es cosa de “la suerte” el contagio.
El contagio deriva de una sola cosa: estar en contacto con contagiados. Contaminarnos y sobrevivir es un tema que va desde la detección oportuna, recursos para medicamentos, atención hospitalaria y la forma en la cual el cuerpo responde al bicho.
Estamos en el año nuevo y nada cambió, bueno, sí, cambió que pareciera estamos viendo como “normal” vivir junto al Covid-19.
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