El PAN definió en su asamblea que no concretarán alianzas políticas con otros partidos, el mensaje es hacia el PRI pues en la actual geografía de los partidos nacionales sólo quedan el PRI y MC como oposición. Con el último no tiene acercamientos recientes.
Llama la atención que los opinadores nacionales se fueron contra el albiazul por su decisión cuando meses atrás cuestionaban que al coaligarse cargaban con los negativos del tricolor y su potencial desprestigio.
El PRI es opción política en Nuevo León, Coahuila y Durango, más algunas zonas o regiones de otras entidades, fuera de ello es un partido “pequeño” y en vías de extinción.
¿Hizo bien o no el PAN? En el sistema de partidos vigente desde los previos a la elección del 2018, el expresidente López y su proyecto de 4T se encargaron de polarizar los procesos electorales, en un sincretismo perverso, pero bien planeado y ejecutado, el partido en el poder estableció que en México sólo hay dos opciones políticas los que están con la 4T y los que se ubican contra ella.
Ante esa disyuntiva y donde el partido hegemónico junto a sus aliados se ha radicalizado hacia el estatismo, donde abiertamente sus postulados atentan contra las libertades de los ciudadanos, contra los conceptos tradicionales de familia y contra la nación democrática en construcción; es oportuno que el PAN defina su posicionamiento y que éste se posicione en el cuadrante opuesto de la identidad política.
El PRI es un partido necesario, lo que no es útil para él ni para la sociedad es la cúpula donde se reparten las migajas que caen del poder electoral. Su presencia exige una reingeniería de fondo, visión incluyente y a la renovación de sus cuadros, pero como esto es imposible y su imagen sigue vapuleada, lo mejor es marcar distancia, eso es lo que hizo el PAN y lo que cualquier estratega político habría recomendado desde hace al menos un lustro.
La 4T propone una patria igualitaria, donde las dádivas, el populismo, la coerción y el control de las instituciones con fines facciosos. Es urgente una opción donde la clase media se refleje, encuentre espacios contra la persecución impositiva, judicial y política que se recrudece.
La patria requiere más de una opción para elegir, además del estatismo de la 4T, necesita opciones para el ejercicio de la democracia, de los valores republicanos y de una sociedad basada en derechos.
La familia vive la visión progresista «si así se puede llamar» de la 4T donde su concepto de familia no es compartido por la mayoría de los mexicanos. Esto lo aseguro porque no veo muchos casos donde los padres manden a sus hijos varones con faldas. La familia tradicional mexicana aún impera, incluso entre muchos recalcitrantes cuatroteños.
Que el PAN asuma la defensa de la familia convencional, sus valores y el respeto a sus integrantes le ganará simpatías al momento del debate público donde confronte las posturas cuatroteñas. Debe dejar de temer a su propia identidad.
Las libertades sufren acoso, lo mismo la de pensamiento que la de expresión, además de la propiedad privada y el desarrollo profesional. Que una fracción del entorno político se asuma defensor de estas libertades atrae a quienes las consideran valiosas para su crecimiento armónico.
Lo cuestionable es que se deba radicalizar la política al grado que sólo podamos elegir entre buenos y malos «cada quien escoja el bando». La democracia en sociedades plurales sobrevive en el centro, sea la socialdemocracia o la centroderecha.
¡Vivimos tiempos de definiciones radicales y sin concesiones!
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