La resistencia civil pacífica en la definición de la ciencia política, es una forma de protesta y confrontación en la que no hay violencia pero si enfrentamiento con el adversario, entendiendo al adversario como quien detenta el poder y los grupos sociales organizados quienes se revelan a la autoridad.
En la resistencia civil pacífica o también conocida como desobediencia civil, los ciudadanos desconocen las decisiones de la autoridad y las confrontan, pero todo dentro del marco de la legalidad, desconocen las decisiones, no a la autoridad.
Esta forma de participación ciudadana corresponde a las herramientas de la democracia representativa de cuarta generación, junto a los presupuestos participativos, es una forma de democracia directa en la democracia moderna indirecta.
Se orienta a convencer a los ciudadanos de revelarse contra el mandato de la autoridad, su eficacia está probada en muchas partes del mundo, un ejemplo, algo distorsionado por los brotes de violencia, es el caso de París donde la gente sale a la calle con chalecos amarillos.
En las democracias representativas como la mexicana, el ciudadano vota un representante que administra la cosa pública y otros que regulan el contrato social vigente, sin embargo, es frecuente que se den amasiatos, concubinatos entre los dos poderes complementarios pero no subordinados.
En ese momento al ciudadano le queda el recurso de organizarse, de manifestar su inconformidad en las calles e incluso de violentar la ley aprobada porque ésta va contra el soberano.
Vamos por partes, las leyes se presume, se elaboran por los representantes populares quienes “hablan a nombre del soberano”, claro, esto es en la teoría. Estos representantes están para velar por la democracia al evitar autócratas, además de adecuar el contrato social manifiesto en las leyes, mismas a las que se somete libre y voluntariamente el individuo por el bien común, según establece Rousseau.
Las leyes que proponga el ejecutivo y las que expida el legislativo deben ser basadas en los principios de libertad, igualdad, justicia y derechos humanos de los miembros de la sociedad, de no ser así, esa ley es contraria al bien común y le queda a la comunidad organizarse, revelarse contra lo dispuesto por sus representantes.
El soberano es el pueblo. Aquí debe entenderse como pueblo la comunidad organizada, no la masa deforme y desinformada.
La ley de ingresos del gobierno del Estado de Nuevo León fue elaborada por miembros de la administración pública estatal, concretamente el área financiera; aprobada por los legisladores en franco desacato al pueblo y con decisiones contrarias al bien común.
Alguien dirá que los impuestos nunca son bien recibidos, esto es cierto, sin embargo, en el contrato social, el grupo regido por éste, entiende que debe aportar al gobierno administrativo o ejecutivo para que realice lo necesario en bien de la comunidad, sin embargo, cuando lo propuesto atenta contra los individuos en su mayoría, es momento de recordar a los gobernantes que el poder lo tiene el soberano.
Hay diversas formas de ejecutar la desobediencia civil pacífica, algunas de ellas incluyen las protestas ordenadas y dentro del cauce legal, también la resistencia a cumplir con una ley contraria al bien común, paralizar la economía de una comunidad y en casos como el del impuesto leonino de las “emisiones contaminantes” que despierta a los grupos sociales para organizarse en una resistencia pacífica: dejar de pagar el impuesto.
El éxito de una desobediencia civil parte de que el problema que reclama la participación ciudadana de verdad aqueja a las mayorías y es contrario al bien común; segundo, que los ciudadanos son conscientes del mal que se les está procurando desde las esferas del poder; tercero, que hay la voluntad, decisión y entereza para resistir. Si falta uno de estos elementos se puede llegar al fracaso de la estrategia de democracia participativa y abonar para que los gobiernos despóticos avancen en sus actitudes totalitarias. ¿Es momento de que los regios muestren de qué están hechos y se organicen en una verdadera resistencia civil pacífica?
que reclama la participación ciudadana de verdad aqueja a las mayorías y es contrario al bien común; segundo, que los ciudadanos son conscientes del mal que se les está procurando desde las esferas del poder; tercero, que hay la voluntad, decisión y entereza para resistir. Si falta uno de estos elementos se puede llegar al fracaso de la estrategia de democracia participativa y abonar para que los gobiernos despóticos avancen en sus actitudes totalitarias. ¿Es momento de que los regios muestren de qué están hechos y se organicen en una verdadera resistencia civil pacífica?
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