La célebre canción que incluye el estribillo «yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy lindas…», sirva de contexto para decir que muchos mexicanos sí quieren olvidar al año viejo, que se vaya el 2019 con todo y sus dolencias.
¿Qué se quiere olvidar del año en terminación?
Como dice el adagio popular, «cada quien habla de la feria a como le fue». Estoy convencido que hay un amplio sector de la población satisfecha, celebrando y gozando el primer año de gobierno en un gobierno de izquierda en la historia presente.
Panistas y priístas seguramente quieren olvidar la aplanadora que representa el poder de Morena en el entorno político nacional y en muchas entidades. Algunos, esperen borrar de la memoria personal y colectiva las exhibiciones por su mal actuar como servidores públicos, incluyendo presidentes y funcionarios de sus gabinetes.
Escribo este artículo sin conocer aún encuestas de fin de año las cuales soy seguro saldrán, los pocos indicadores conocidos destacan aprobación cercana al 60% de aprobación. Los números favorecen al gobierno de la 4T y eso debe darnos gusto a todos porque gente satisfecha es gente feliz y eso ayuda al país.
Pero, hay otro grupo de la población, cercana a la mitad de los mexicanos, los cuales, por alguna razón u otra, tienen motivos para querer que el año 2020 sea diferente, traiga un futuro mejor.
Entre quienes quieran olvidar al año viejo deben encontrarse las familias afectadas por el cambio en la asignación de recursos para las políticas públicas de las guarderías. Aunque creo había gran corrupción como lo expuso el presidente López Obrador, sí hay personas reales afectadas. Ellas han de querer borrar este tiempo.
El año en extinción es el más violento en la historia de México pacificado. Según fuentes, se acerca a 40 mil el número de muertes vinculadas a la violencia generalizada en el país.
Se desató una anarquía e ingobernabilidad al grado tal que fueron más notorias las zonas del país gobernadas por poderes fácticos y grupos delictivos, se demostró que en este año los besos y abrazos, así como las denuncias a mamás y abuelas de los delincuentes no causaron mayor efecto en bien de la seguridad.
La economía se colapsó en muchos sectores de la productividad. Cientos o miles de burócratas pasaron al desempleo ante el cambio de régimen, claro, otros que estaban en la banca ocupan muchas de esas plazas.
El sector empresarial se cruzó de brazos frente a señales que para ellos pudieran ser de incertidumbre en el rumbo de país.
El crecimiento es nulo en la economía y si bien eso no garantiza que las familias se beneficien, sí influyó en la economía doméstica, la carestía en la vida se mantiene y los costos de los productos básicos del hogar se incrementan.
Hay quienes desean olvidar la promesa incumplida de bajar el costo de la gasolina en el país.
Al arranque del 2019, se habló del guachicoleo y las estrategias implementadas las cuales provocaron caos en ciudades como Monterrey, pero que al cierre del año, no se sabe si se compraron o no las pipas de distribución, si estas llegaron luego de ser adquiridas y si se reabrieron los ductos, pues pareciera que después de la tormenta del combustible, ya nada pasó, todo terminó en un acto mediático de 15 días.
Cientos de familias con pacientes diagnosticados con cáncer, han de querer olvidar el traumático año que finaliza, un 2019 sin medicamento para sus familiares, donde sin duda, la corrupción imperante fue causal para detener el flujo de compras en el medicamento, pero lo cual colapsó al sistema de salud en el país.
Para la mitad de los mexicanos el canto de fin de año, se modifica a «yo sí olvido el año viejo» porque desean que el nuevo año sea mejor.
Algunos como este opinador deseamos que sí se olvide el año viejo en la actitud del gobierno federal; deseamos menos mañaneras y más acción, menos discursos disruptivos y más amor por México.
Ya no queremos un mandatario que salga irónicamente en los medios a pedir tregua, unidad y amor y se los pide a «los fifís» con un discurso violento.
Ojalá el 2020 sea un año donde tengamos más mandatario y menos candidato.
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