Rompimiento entre poderes

3 mayo, 2020 | publicado por:staff

El sistema republicano democrático funciona gracias al equilibrio de poderes, éste se logra mediante la división de los mismos, evitando que se concentren dos o más en una misma institución o persona; cuando este equilibrio se rompe, entra en crisis la democracia, se crean subsistemas cercanos al absolutismo, a las tiranías, las dictaduras.

En las democracias, existen tres poderes formales: el económico, el político o de autoridad y el social; durante el siglo XX se le llamó a la prensa o medios de comunicación el cuarto poder por su influencia para equilibrar a los otros-, en este siglo XXI, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han democratizado la información mediante las redes sociales, a esto se le conoce como el quinto poder.

Dentro de cada poder, hay divisiones para evitar que se concentre en unas cuantas personas y se caiga en excesos, así el poder económico se distribuye en la fuerza patronal y la fuerza laboral; el político en tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, además del poder de autoridad en las fuerzas castrenses; por su parte, los poderes blandos o sociales se ubican en las iglesias, las ONG y la academia.

En el poder económico, el mayor porcentaje de fuerza recae sobre el sector patronal, quien concentra la riqueza, así, aunque en nuestra democracia todos tenemos el mismo valor, no tenemos el mismo poder Carlos Slim y yo, obvio decir quien es poderoso.

En el poder de autoridad, hay un equilibrio entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, reservando la fuerza armada al ejército y similares.

Si cruzamos los poderes existentes con los valores de la democracia que son libertad, igualdad, justicia y derechos humanos, el poder político es el responsable directo de salvaguardarlos.

La autoridad limita, esa es su función, limitar, regular; en contraparte, las libertades se ejercen por los poderes restantes al político: el económico, social, la prensa y recientemente las personas mediante las redes sociales, siempre la libertad limitada hasta donde lo permite la ley.

Aniquilar el poder de estos grupos es cancelar las libertades, eso destruye la democracia.

El gobierno federal entró en una confrontación directa y frontal con algunos de los otros poderes, primero los medios de comunicación a quienes atacó sin distingo, ahora el sector financiero de la economía.

La autoridad está para regular las libertades, no para reprimirlas, en caso de excesos está la aplicación de la ley.

Cuando se ejerce la autoridad con acciones legaloides o recursos de autoritarismo se aleja de la democracia ese gobierno. La autoridad regula las libertades y los otros poderes las ejercen, cancelarlas es caer en un régimen dictatorial.

No conduce a puerto abrir fuego contra quienes tienen el dinero para producir, a menos sea, que busquen orillarlos a dejar la producción y así embargarles, nacionalizar, expropiar los bienes del sector productivo, esto sería peligroso en extremo para la democracia, pero parece una estrategia evidente.

Hubo y hay excesos de empresarios, periodistas, instituciones sociales, pero también los hubo y hay del poder ejecutivo en sus tres órdenes, la corrupción del gobierno se expresa en incompetencia, servilismo y negligencia.

México requiere volver al equilibro de los poderes, donde cada uno desempeñe su función, tanto se pregonó perdón y olvido en campaña, hay que comenzar a ver para delante y ya no seguir en rencores que retrasan el progreso, si hay culpables que delinquieron que paguen, sino, basta de denuncias estériles.

Mientras la autoridad siga reprimiendo o incitando a un sector de la población contra los poderes civiles establecidos, seguiremos la ruta del desequilibrio entre ellos; concentrar más o todo de él en el poder político es nefasto, eso no es democracia, tiene otros nombres.

Al someter o mermar a los otros poderes, la autoridad obtendrá una victoria Pírrica, ningún país puede concentrar autoridad, productividad, desarrollo humano y social e información en un solo grupo o institución, ese modelo fracasó en otras naciones.

Bienvenido el equilibro de los poderes porque abona a una mejor distribución de riqueza, mayor bienestar, educación, salud y cultura.

Reconstruyamos la relación, terminemos con la inercia donde la autoridad comienza la reyerta contra empresas, medios y todo quien piense distinto, para ello se necesitan acuerdos entre los poderosos.

Los absolutismos ideológicos acarrean división, confrontación, pobreza y más violencia. Hacemos un llamado a la concordia para quienes detentan los poderes formales, no sea que los poderes fácticos vean río revuelto.

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